En el toque apoyado no queda libre en el aire, sino se apoya en la cuerda siguiente, lo que le otorga mayor estabilidad a la mano. El timbre del instrumento también cambia, dándole mayor cuerpo y proyección del que consigue el toque libre. Pese a esto, ya en tiempos de Sor y Aguado existía la polémica acerca de si se debe o no hacer uso del recurso y continúa existiendo al día de hoy. El problema se encuentra principalmente en que, como el dedo debe apoyarse en la cuerda siguiente, ésta siempre se apagará, lo que hace idónea a ésta técnica para pasajes melódicos, mas no para otros contrapuntísticos o armónicos. El flamenco, sin embargo, hace tiempo que ha optado por el toque apoyado para ejecutar sus virtuosísticos ‘picados’. Éstos se tratan de escalas más o menos directas que se apoyan, dándole a los mismos ese timbre tan peculiar. El toque se puede hacer tanto con digitación ternaria (a, m, i) como con binaria (m, i). Aunque con la primera se consigue más fácilmente velocidad, es la segunda la que se adapta mejor a las variantes rítmicas y saltos de cuerda. Muchos guitarristas de flamenco han destacado en el uso ágil de esta técnica, especialmente Paco de Lucía, cuyos picados de semicorchea a doscientos la negra y más son célebres. Sin embargo, el desempeño normal en grupos de semicorcheas ronda entre los 120 y los 130 b.p.m. El método de Sagreras indicaba el uso de la técnica mediante el empleo de la articulación marcato, otros autores como Rapat lo hacían mediante el tenuto. Aunque ciertamente, si se quiere especificar el empleo de la misma conviene escribir la palabra sobre alguno de estos dos símbolos, y se sobreentenderá que los mismos hacen referencia al ataque a usar.
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