Historia

Antonio Torres JuradoGuitarra de Antonio de Torres Jurado.

La historia de la guitarra viene de la mano de un problema histórico del instrumento, su poca sonoridad en comparación a otros instrumentos como por ejemplo los de viento-metal como la trompeta. La problemática de la sonoridad es, en parte, la responsable de que sea un instrumento en permanente revisión. Existe al menos una variedad de cordófono de cuerda pulsada por cada período de la historia de la música, y a veces incluso varias. La guitarra latina, la guitarra sajona, la vihuela, el laúd, la guitarra renacentista, el archilaúd, la tiorba, la guitarra barroca, la guitarra romántica y la moderna, instrumentos que fueron tendencia, luego quedaron en el olvido siendo desplazados por su sucesor y en el siglo XX los investigadores recuperaron. Algunos de ellos se transformaron levemente para pasar a ser algún instrumento de la infinidad de variantes locales étnicas: el charango es un instrumento andino de origen incierto pero posiblemente derivado de la guitarra barroca soprano [1], así como otros instrumentos étnicos como el cuatro venezolano o el timple canario; el torban es un instrumento eslavo también de origen desconocido y probablemente derivado de la tiorba, así como tal vez el kobza. También abundan variantes personales de cada guitarrista de renombre que intentó influir en la construcción del instrumento, como la guitarra Yepes de diez cuerdas, o la guitarra Carlevaro, sin boca. Todas similares en el concepto básico, la cuerda pulsada, pero diferentes en cuanto a forma, tipos de órdenes, tensiones de las cuerdas, largos de escala, material de los trastes, material de las cuerdas, varetas y barras armónicas. Contando las variedades y derivaciones locales del instrumento es posiblemente el instrumento más variable que existe, lo que genera varios problemas a la hora de definir qué es una guitarra.

Definición de Guitarra

La Real Academia Española ofrece la siguiente definición:

«Guitarra. (Del ár. qīṯārah, este del arameo qipārā, y este del gr. κιθάρα, cítara).
1. f. Instrumento musical de cuerda compuesto por una caja de resonancia en forma de ocho, un mástil largo con trastes, y cuerdas, generalmente seis, que se hacen sonar con los dedos.

3. com. Guitarrista.

~ eléctrica. 1. f. Instrumento musical, derivado de la guitarra, en que la vibración de las cuerdas se recoge y amplifica mediante un equipo electrónico.»

“Diccionario de la lengua española.”

Real Academia Española. 23.ª Ed.

Es imposible plasmar a la perfección un concepto en una definición. Las palabras siempre son discutibles. Sin quererlo, a veces pueden beber de prejuicios que dan lugar a información sobrante e innecesaria, u omitir información fundamental. Por otra parte, esos prejuicios siempre denotan accidentalmente, como en un lapsus freudiano, lo que alguien en algún momento creyó y lo que el objeto que se define significó para el que lo definió.

¿Qué es una guitarra? ¿Es cualquier cordófono compuesto por una caja de resonancia con forma de ocho, un mástil largo con trastes y aproximadamente seis cuerdas que se hacen sonar con los dedos? ¿Deja de ser una guitarra si en vez de tocar el instrumento con los dedos lo tocamos con plectro? ¿Deja de ser una guitarra si su caja de resonancia no tiene forma de ocho?

Según la academia de la lengua castellana, basta con que una guitarra se toque con plectro para que deje de ser considerada guitarra, por lo tanto las guitarras de tango no serían guitarras, John McLaughlin no sería guitarrista, Göran Söllscher tendría problemas para explicar la caligrafía del ocho de su lutier, Abel Carlevaro debería haber dado explicaciones sobre su extraño instrumento con forma de B.

Guitarras extravagantesGuitarras extravagantes en el museo de la música de Barcelona.

Una definición detallada, conservadora y estrecha afirmaría que es el instrumento derivado de la guitarra romántica, que perfeccionó Antonio de Torres Jurado (1817 – 1892) al entrar en la segunda mitad del siglo XIX. Un cordófono de cuerda pulsada de seis cuerdas, con una caja de resonancia y un mástil. La caja de resonancia contiene una tapa y un fondo con forma de óvalo estrechado conectados por un aro. Generalmente la tapa se construye de abeto, cedro o arce y el fondo y los aros de caoba, aunque se utiliza una larga variedad de maderas, dependiendo del presupuesto, el lutier o las preferencias del comprador. La tapa, por la parte visible, incluye una boca u oído con forma circular sobre el centro de la misma, frecuentemente adornada por un rosetón, y un puente donde se atan las cuerdas que a su vez contiene una cejuela o cejilla inferior de hueso, grafito, marfil, plástico o metal. El mástil, generalmente de una madera similar a la tapa, incluye un clavijero o pala, donde se conectan las cuerdas por el otro extremo y un diapasón, de madera dura como ébano o palo rosa, donde una de las manos acorta el segmento de la cuerda que entra en vibración. Por la parte no visible incluye varetas y barras armónicas dispuestas de manera de conseguir un sonido que potencie la durabilidad de las vibraciones y la riqueza en armónicos, especialmente los primeros. Generalmente el diapasón incluye una cejilla del mismo material que la cejuela, y diecinueve trastes de metal, ubicados en base a las proporciones surgidas del temperamento igual. Las cuerdas están preparadas para que la mejor afinación sea la standard, es decir E2, A2, D3, G3, B3 y E4. El material de las tres primeras cuerdas, llamadas primas, es generalmente el nylon o la fibra de carbono, la tripa, composites o nylgut; las últimas tres, llamadas bordonas, se fabrican de hilos de los materiales anteriormente citados recubiertos de un entorchado de metal, generalmente bronce o cromo. El clavijero incluye una clavija por cada cuerda, y cada una de estas tiene como objetivo modificar la tensión de las cuerdas para así conseguir la afinación deseada. Pero incluso esta definición tan esmerada no sirve para marcar la diferencia entre la guitarra flamenca y la guitarra clásica, que formalmente se diferencian en las maderas utilizadas, las varetas y las barras armónicas, pero principalmente por el toque del ejecutante y el repertorio de técnicas utilizadas y composición de la música.

Otra definición más genérica, a la vez que circular, enunciaría que las guitarras son los instrumentos de mástil y cuerdas pulsadas, instrumentos hermanados y que con mayor o menor adaptación puede tocar un guitarrista obteniendo digno resultado. Según esa definición, la guitarra sería un conjunto de instrumentos de cuerda pulsada, con un mástil y un cuerpo o caja. El mástil incluiría un diapasón con una cantidad variable de trastes o directamente sin trastes. El número de cuerdas u órdenes puede ser extremadamente variado, pueden tener órdenes simples, dobles o incluso triples. La caja de resonancia puede estar construida de diversas formas y maderas, conteniendo uno o más huecos o directamente no contenerlo. Puede ser pulsado o percutido con diversidad de plectros o dedos. Como resultado de la definición se obtendrá una familia inmensa que puede incluir instrumentos idénticos con diferentes nombres, o instrumentos diferentes con el mismo nombre.

Esta segunda definición puede llegar a afectar sensibilidades, pero esencialmente no hay mayor diferencia entre un laúd y una guitarra de la que existe entre la guitarra de doce cuerdas que interpreta Göran Söllscher, la guitarra brahmsiana de Paul Galbraith y las guitarras clásicas de Al Di Meola que suenan en el álbum World Sinfonia. Tampoco existe mayor diferencia técnica de la que existe entre una guitarra tocada por un instrumentista clásico o uno de jazz. Únicamente los constructores de instrumentos de percusión y los percusionistas pueden superar en inventiva a los guitarreros y guitarristas. Existe una inmensa variedad de cordófonos pulsados con mástil, pero de igual forma ocurre en la guitarra, más aún si incluimos en en el conjunto a las guitarras amplificadas.

Así como el laúd posee una tapa y unas costillas que conforman su caja ovalada, también existen guitarras con caja ovalada, como las guitarras electroacústicas «ovation». Así como séis órdenes dobles tiene la vihuela, también tienen séis ordenes las guitarras de doce cuerdas que se utilizan en la música folk norteamericana. Así como el Ud oriental renegó de los trastes en beneficio del modalismo temperado o el microtonalismo, numerosas guitarras se han comercializado en esta misma dirección como la dinarra de 53 trastes por octava, la guitarra de trastes móviles, las guitarras fretless cuya versión a octava baja resultó ser un éxito en el jazz moderno y el pop. Así como la tiorba incluía unos bordones pensados para ser utilizados a modo de arpa, en la práctica, en cualquier guitarra con más de seis o siete cuerdas los bajos se utilizarán más como cuerdas al aire suplementarias que como cuerdas para pisar, lo mismo ocurre en el caso de las guitarras acústicas de doble mástil. Tampoco la afinación puede ser fundamento para diferenciar a la guitarra de algún otro cordófono de mástil y cuerdas pulsadas, en la música de guitarra, desde siempre y más acentuado en la música contemporánea, la scordatura es un recurso tan habitual, que se hace extremadamente raro que en un concierto de guitarra no se efectúe el recurso al menos una vez.

La historia de la guitarra es la historia de la experimentación musical, tanto en la luthería como en la composición. Desde el Do-tār persa hasta la Fender Stratocaster ningún estilo musical se ha escapado de algún cordófono pulsado. Y algunas de sus características técnicas probablemente han ejercido influencia directa sobre la técnica compositiva. Sin embargo, su hándicap de la escasez de potencia sonora la ha hecho caer, hacia el auge de la orquesta sinfónica en el siglo XIX, en un segundo plano. Éste fenómeno histórico la ha marcado directamente y desde entonces numerosos guitarristas buscan, ya sea desde la técnica del instrumento, o desde el ensayo y error en la luthería, buscar en la guitarra otro instrumento, a veces en detrimento de sus propias características idiomáticas y siempre en perjuicio de su propia identidad lo que hace que su definición, desde el punto meramente conceptual, sea tan engorrosa. Sin embargo, todos estos problemas pierden sentido desde que surge la amplificación, gracias a la cual la guitarra se consagra como un instrumento de masas, que conquista a todos los públicos.

Antecedentes históricos de la guitarra
Prehistoria y antigüedad

El primer cordófono del que tenemos constancia, el arco musical, surgió en la prehistoria, en la cultura Magdaleniense, hacia el 13.000 a. E. C.. De este instrumento se derivaron las liras, inventadas en Ur sobre el 2.600 a.E.C. y más tarde los laúdes de cuello largo. Posteriormente se introdujeron estos instrumentos en la Grecia Clásica a través de Persia, recibiendo la lira el nombre de Kithara.

Medioevo y renacimiento
Syntagma musicum de Michael PraetoriusSyntagma musicum, tratado sobre organología de Michael Praetorius.

En el medioevo se introdujo en Europa el laúd de cuello corto, por la vía árabe. Se le agregaron trastes de tripa para facilitar la afinación, lo que se denomina guitarra morisca. A partir de éste también se desarrollaron instrumentos nuevos como la guitarra latina, de caja de resonancia con dos tapas; y la guitarra sajona, de cuerdas de metal.

En el renacimiento dio inicio a los primeros métodos y libros para instrumentos, escritos en tablatura. Se desarrolló la vihuela, evolución natural de la guitarra latina, al igual que la guitarra renacentista de cuatro órdenes dobles; el laúd renacentista de seis ordenes; el orfeoreón, evolución de la guitarra sajona y el cistro, predecesor de las mandolinas.

Barroco

 

Con la aparición del concepto de bajo continuo, en la teoría musical, surgió en la guitarra barroca los diagramas de acordes, dibujos que representaban los acordes para facilitar la improvisación. La guitarra barroca consiguió una quinta cuerda, en la misma línea que el laúd, que se fue desarrollando como instrumento, derivando en el laúd barroco, el archilaúd y la tiorba.

Clasicismo

Así como se consolida en la música la orquesta sinfónica, los instrumentos de cuerda pulsada caen en declive, progresivamente reduciéndose éste tipo de instrumentos al ámbito de España e Italia y sintetizándose los instrumentos de cuerda pulsada en la guitarra romántica, clara vencedora de la competencia existente en su categoría de instrumentos.

Romanticismo y actualidad

Progresivamente la guitarra va recuperando su papel en la música, muy reducido en el siglo XIX. Con los avances científicos en la construcción de instrumentos y, especialmente, en la amplificación de sonidos la guitarra pasa a ser uno de los instrumentos dominantes en la música comercial. Además, con el desarrollo del estudio musicólogico se recupera progresivamente el repertorio musical de los tiempos pasados y los ancestros de la guitarra, que se había perdido por completo con el paso de los siglos.

Ethos de la guitarra
FígaroRepresentación de Fígaro, personaje de la ópera, Il barbiere di Siviglia, de Gioachino Rossini. La guitarra, históricamente, se ha usado para representar a personajes españoles como el ya mencionado o Don Giovanni, en la ópera de Mozart.

La guitarra no es sólo un instrumento lleno de historia, sino la Historia misma en seis cuerdas. Instrumento de raíces babilónicas, egipcias, persas, griegas. Presente en cada fase estética de la música occidental. Pocos instrumentos tienen tanto repertorio, pocos instrumentos tienen un vínculo con sus predecesores tan fuerte que incluyan su repertorio en los conservatorios. El guitarrista, a lo largo de su vida de intérprete, suele interpretar música de laúd, vihuela, guitarra barroca, renacentista y guitarra romántica. Suele interpretar también música contemporánea, jazz, rock, varias musicas étnicas o folclores. Tampoco se escapa de hacer adaptaciones o arreglos de músicas no escritas, o escritas con sistemas de escritura caducos.

Es un instrumento rebosante de contenido, con el ethos más complejo para definir. Su complejidad no solo radica en su larga historia sino también en su expansión geográfica. Sabiendo que la guitarra renacentista es el instrumento popular de la España renacentista, y considerando que la España del emperador Carlos V es el imperio en el que no se ocultó el sol se concluye que no es casual que la guitarra o instrumentos similares sean los que se encuentran en folclores de latitudes nada emparentadas. Se encuentra en el folclore andino del hemisferio sur, hasta los blues de Robert Johnson (1911 – 1938), se encuentra en el rancheras mexicanas y en las folclóricas guitarras rusas de siete cuerdas o incluso en las rondallas de las filipinas. Incluso, si le faltaba conquistar algún punto del mapa, la influencia económica y cultural que ejercieron Inglaterra y EEUU con la guitarra sajona y sus derivados sobre el área angloparlante a terminado por convertir a la guitarra en el más universal de los instrumentos.

Al igual que todo cordófono, puede representar al cazador que aburrido en la acechanza de su presa encuentra placer en utilizar su arco de un modo musical. Pero también representa al hombre civilizado que se sedentariza e inconforme con el arma, comienza a agregar cuerdas y caja de resonancia, construyendo una lira de tres cuerdas, una kithara de cinco, y aún así continúa inconforme y desarrolla un mástil para poder variar los sonidos de su arpa, que resultan en una pandura, un dotar, un setar, una guitarra, y aún así se enloquece en su inconformismo e inventa un archilaúd o una tiorba, pues en el fondo sigue siendo, en el fondo, el hombre que se aburre.

Por capricho de algún emperador de turno, es el instrumento del militar que lucha, emigra y coloniza. El instrumento que llevó Persia a Grecia y antes había sido llevado allí por babilonios. El que utilizaron los griegos para helenizar a los romanos y estos lo llevaron de nuevo a oriente medio, donde conoció a los arameos que legarían su nombre a los árabes. El instrumento con los que los últimos conquistaron a España y lo único que el pueblo español no pudo resistir y creyéndolo instrumento griego decidieron aceptar. Cordófono que los pizarros y los corteses usaron para conquistar américa y al único al que accedieron a someterse andinos y centroamericanos.

Es la herramienta del músico que emigra por miedo a las represalias de una adhesión política, como es el caso del afrancesado Fernando Sor o el nacionalista italiano Zani de Ferranti, o incluso el caso del flamenco Sabicas que abandonó españa en 1936 a causa de la victoria del franquismo. También lo es del que emigra a causa de la miseria económica de su tierra, el que viaja llevándose sus pertenencias más preciadas, donde siempre está presente la guitarra. Así llegó la guitarra al gaucho rioplatense, no de la mano de un aristócrata virtuoso sino del emigrante desesperado, el que es engañado con falsas esperanzas de nuevo mundo y se de pronto se encuentra con una tierra que ya tiene dueño, y ese dueño no es el indio ni el español desamparado, sino un propietario que habita a cientos o miles de kilómetros de su latifundio. Este hombre se mezcla con otros miserables y se transforma en gaucho. Ese gaucho que inmortaliza el poeta gauchesco José Hernandez en su epopeya “El gaucho Martín Fierro” de la siguiente manera:

«Aquí me pongo a cantar,
al compás de la vigüela
que al hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.»
El Gaucho Martín Fierro (1872).
José Hernández (1834 – 1886)
La guitarra es el instrumento que España adopta como rey. Se convierte una señal de identidad que no sólo no hace corre en la arena de una plaza de toros, sino también se autoproclama a si misma la voz, la conductora de la música española. En España, a diferencia de otras regiones, no es la guitarra la que imita al piano sino al revés. No solo encuentra el piano al trémolo de la guitarra, sino la música encuentra esas cuerdas al aire tan guitarrísticas que se manifiestan en el poliacorde frigio de la taranta o en la líneas melódicas tan modales y propensas a regresar al punto de inicio como el guitarrista flamenco tiende a regresar siempre a la cuerda al aire sobre la que se asienta el pulgar de su mano derecha.

En ella encuentran identidad los pueblos. Pueden ser pueblos nómades sin origen conocido ni estado que reclamar, como en el caso de manouches y hablantes de caló. Pueden ser marginados que han perdido esperanza de inclusión en la sociedad, como los gauchos, esos que usurparon propiedades con invisible dueño y vieron en la guitarra su compinche perfecto en su permanente huída de las autoridades. Incluso pueden no ser un pueblo sino una contracultura cuyo rechazo a la sociedad lo hace encontrar en la guitarra al asistente de rebeldías, porque es instrumento que se manifiesta y acompaña sin necesidad de salas de concierto. Y también puede ser el compañero de acomodados como Lhoyer, que en su nostalgia por la caída del antiguo régimen de privilegios es capaz de levantarse en armas contra lo inevitable a largo plazo. Al decir de Nicolás Guillén (1902 – 1989), la guitarra es el instrumento «en cuya clamorosa cintura el pueblo suspira», y al decir de Lorca es el cordófono al que «es inútil, imposible callar», porque pese a haber muerto una y otra vez en cada fase de la historia de la música, siempre regresa con más fuerza, nuevos autores, y a veces hasta con una nueva cuerda.

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