Así como la Historia precisa de la escritura, la historia de la música no precisa sólo la escritura sino también la notación musical. Si bien existen fragmentos musicales existentes en notación alfabética, son muy pocos y breves como para sacar muchas conclusiones sobre cómo era la música de las antiguas civilizaciones.
Se ha encontrado un himno mesopotámico a la diosa Nikkal en notación cuneiforme, algo ilegible por el paso del tiempo, y algunos fragmentos musicales de la grecia antigua, como son el Epitafio de Seikilos o algún himno al dios Apolo. En la edad media surge la notación pautada, que evoluciona lentamente hasta que a finales del medievo termina de adoptar la forma moderna. Además, las primeras partituras instrumentales no surgen hasta la aparición del humanismo en el renacimiento, por lo que poca idea nos puede dar la documentación de cómo a evolucionado la música para los cordófonos desde el paleolítico hasta el renacimiento. Sin embargo, gracias al arte pictórico y a la escritura convencional podemos recabar algo de información.
Prehistoria
Siempre que se hable de la historia de un cordófono, inevitablemente todos los caminos confluyen en el primer cordófono, que es el arco musical. Se trata del cordófono más simple de todos y está relacionado con una práctica del humano: la caza. Es de suponer que las largas esperas del cazador hasta que el animal cayera en las trampas, tomara confianzas o se descuidase provocaría que el cazador se dejase llevar por el tedio y explorase en su propio arco, a modo de juguete, la física de las cuerdas.
En su forma más elemental, consiste en un arco de caza que se tañe pulsando la cuerda con una mano mientras se manipula la tensión de la cuerda con la otra mano, acercando o alejando los extremos de la vara.También se puede acortar la cuerda vibrante, y así obtener dos segmentos vibrantes en la cuerda, o incluso utilizar los dientes y la boca para filtrar naturalmente los armónicos y obtener una caja de resonancia natural, o incluso utilizar otro arco para conseguir un sonido mantenido. La referencia más antigua del arco musical se encuentra en una pintura rupestre en Francia que data de hace 15.000 años1.
En la actualidad existen muchas variedades de arcos musicales y monocordios tradicionales repartidos por todas las regiones del mapa que nos pueden dar ideas de qué posibilidades se podrían haber manejado en la antigüedad. Los monocordios más simples son los que utilizan la boca como resonador, como es el caso del Ukeke de Hawaii. Pero el caso más característico de los arcos musicales, por su reiteración a lo largo del mapa es el que sí lo tiene como es el caso del célebre Birimbao brasileño.
La teoría más difundida es que tiene su origen en Angola, y fue llevado por los esclavos a Brazil. A diferencia del arco normal incluye una calabaza de mate ahuecada que se usa como caja de resonancia remplazando a la boca. Se suele percutir con una baqueta. Está asociado al arte marcial de la capoeira. Sin embargo, es muy difícil atribuirle una autoría específica dado que muchas regiones en África utilizan instrumentos idénticos, como puede ser el Kalumbu de Zambia y Zimbabue, o el Dende en Botswana, el Bobre de Mauritania y Reunión, el Malunga de los Siddi en la India o el Umuduri de Rwanda.
Muchos instrumentos de regiones muy dispares comparten la idea básica del instrumento, el resonador manipulable y la baqueta que percute, que lo asemeja más a un instrumento de percusión que a uno de altura definida. También el Belembaotuyan, tradicional de Guam, que difiere en la vara, que en el caso del instrumento guameño consiste en un mástil grueso y largo, normalmente alrededor de dos metros, similar a la Carimba (no confundir con Kalimba) y el Quijongo. Éste último a veces no incluye la calabaza y se apoya sobre una cajón de madera que actúa como resonador, al igual que el Azusa Yumi japonés.
El Ektar (literalmente «una cuerda», o ektara, indostaní difiere en concepto con los instrumentos anteriormente citados. En este caso, el arco se divide por la mitad, atando las dos puntas del ya segmentada arco con una clavija a la que se liga una cuerda, cuyo otro extremo se encuentra un ligado al centro de la lonja de un tambor. El otro extremo de los medios arcos se conecta a la caja del tambor. El tambor actúa como resonador, proporcionando un sonido más colmado de armónicos.
Otra variante de el arco musical es el Salmodicón, monocordio escandinavo que se toca con arco. Se podría decir que esta forma de concebir el arco musical es la que dio origen a la familia de las cuerdas frotadas. Instrumentos similares a este posiblemente han existido desde tiempos remotos, tales como la tromba marina, recogida en el tratado de Michael Preatorius en el renacimiento, como son el Novike de los indígenas Toba del Chaco, el Đàn bầu vietnamita o el Duxianqin chino.
Edad Antigua
«Si mudais a guitârra el acento dela penultima, y se la poneis en la antepenultima dira guîtara, mudada la g en c, dira, citara del nombre Griego κιθάρα, cithara.»
Gvitarra en el “Tesoro de la lengua castellana”
Sebastián de Covarrubias (1539 – 1613)
Mesopotamia, Persia y Egipto
Todo parece indicar que fue en mesopotamia, en el tercer milenio a.E.C., donde se buscó ampliar los recursos del arco musical, bien añadiendo cuerdas y/o un mástil. El primero es el caso de la llamada «lira de Ur» y el segundo es el del tanbūr. La lira más antigua que se ha encontrado hasta el momento es la que se encuentra en el museo británico, que data del 2600 a.E.C.[i]. De la lira derivan instrumentos modernos como el arpa y el piano, mientras que de los tanbures derivan los violines y las guitarras modernas. El tanbūr acadio se corresponde a un laúd de mástil largo. Siguen existiendo al día de hoy diversos instrumentos étnicos que todavía presentan los rasgos característicos del tanbūr acadio, como por ejemplo el tanbūr kurdo, la bağlama turca, el setar iranio o muchos otros.
Los egipcios no llegaron a desarrollar notación musical propia, o al menos al día de hoy no se han descubierto indicios. Se sabe que en origen estaba dominada por los instrumentos de percusión y orientada principalmente a los ritos religiosos. A través de las artes pictóricas sabemos que en el Imperio Nuevo la música profana gana su lugar.
Las liras fueron introducidas en Egipto en torno al 2500 a.E.C provenientes de mesopotamia [i] mientras que los laúdes de cuello largo fueron introducidos más tarde, en el Imperio Nuevo.
En general Bat, diosa celeste de la fertilidad, era considerada la diosa de la música. Los egipcios atribuían la invención de la Lira a Dyehuthy (Tot), el dios de la luna, la sabiduría, la escritura, la música y la magia. Creían que Osiris, normalmente acompañado con un sistro, había civilizado al mundo utilizando como herramienta a la música.
Grecia y Roma
En la antigua Grecia existieron varios tipos de liras: el chelys, construido utilizando un caparazón de tortuga como caja de resonancia; el phorminx, que es la lira de los tiempos de Homero; el barbitón, que era la más grave de la familia; la kithara, que es un phorminx de mayor número de cuerdas; y el trigōnon, una lira triangular. Sin duda fue las liras fueron los instrumentos más preciado por los griegos, dado que podían acompañar al canto.
Fueron los instrumentos del dios Apolo, la deidad de la música, la verdad, el acto profético, la sanación, el sol, la luz, las plagas y la poesía. Hay numerosas narraciones mitológicas describiendo duelos musicales (Marsias y Apolo, Pan y Apolo) en los cuales Apolo obtiene ventaja gracias a poder acompañar al canto. También se encuentra, en el himno homérico a Hermes, del período arcaico, una narración de cómo Hermes, dios del comercio, construyó el chelys a partir del caparazón de una tortuga de montaña para solucionar una disputa con Apolo.
A finales del período arcaico deja de representarse a Apolo con el phorminx y comienza a representárselo cada vez más a menudo con la Kithara. Estrabón deja constancia de que en sus tiempos también se le llamaba «asiática», lo que parece indicar que llegó a Grecia a través de oriente medio. Claramente posee la raíz târ, que en persa significa cuerda, que compartiría con el Dutar y el Setar persas, la Dotara bangladesí y el Sitar de la India.
El instrumento de mástil griego, y posteriormente romano, por excelencia fue la Pandura. Entraron en el mundo grecolatino con la campaña de Alejandro Magno sobre Persia [r]. Los instrumentos se ven siendo ejecutados por mujeres o por deidades como Eros. Julio Pólux denomina al instrumento con el nombre de trichordon, que significa «tres cuerdas», pero el instrumento ha sido representado en el arte clásico con diferentes tamaños y número de cuerdas. Probablemente la voz «pandura» tenga origen asirio, aunque también puede encontrar origen etimológico en las palabras «pan», todo, y «doyròs», tronco.
Otro cordófono de importancia, más que nada por sus aportes a la teoría musical, se trata del monocordio pitagórico, que en cierta forma es una variante griega del arco musical, pero sin duda sirvió para aportar al estudio de la acústica, dada la facilidad de ver las proporciones sobre una cuerda y estudiar el efecto de la tensión sobre la misma.