Clasicismo

«No podemos determinar su origen. Nos ha llegado de los españoles, y a ellos de los moros: esta es la opinión común en España, (…) donde se aprovecha al máximo su uso(…). Tenía el mismo éxito en los portugueses y los italianos, y fue muy popular en Francia durante el reinado de Luis XIV.El sonido de este instrumento es tan dulce, que necesita completo silencio para sentir toda la delicadeza de un toque agradable. En un ambiente ruidoso (…) el encanto se pierde por completo.
 
Está diseñado para tocarse solo o acompañar una voz o instrumentos de la misma índole. No resuena suficientemente en un concierto, por lo que se hicieron el laúd y la tiorba, instrumentos que suenan apropiadamente (…)»
 
“L’Encyclopédie” (1751 – 1772)
Denis Diderot (1713 – 1784) y Jean d’Alembert (1717 – 1783)

Los avances en las ciencias la acaecidos en el siglo anterior, que se multiplicaron exponencialmente a partir de la introducción de la duda cartesiana, sumados al estrepitoso colapso del ‘Ancien régime’ transformaron al siglo XVIII en el siglo de las luces, el del pensamiento, y al siguiente en el siglo de las revoluciones burguesas, el siglo de la acción. Un siglo del pensamiento que no sólo se tradujo en la aparición de la «L’Encyclopédie» de Denis Diderot o la sociología de Auguste Comte (1798 – 1857), sino también en un «Traité de l’harmonie réduite à ses principes naturels» (1722) escrito por el tardo-barroco Jean-Philippe Rameau que aspiraba a explicar la armonía desde el punto de vista científico intuyendo los descubrimientos de Joseph Sauveur (1653 – 1716). Su continuación natural, el siglo de la acción, sin duda se manifestaría en las violentas revoluciones burguesas acaecidas en las trece colonias inglesas, en Francia y en las colonias españolas en sudamérica, pero también se manifestaría en los violentos contrastes de Franz Joseph Haydn (1732 – 1809) y en las disonancias beethovenianas.

El clasicismo de guitarra comienza tardíamente y es dirigido principalmente por los italianos, que de por sí quedaron muy marcados por el clasicismo. En gran medida la tradición de la guitarra barroca se perdió en las generaciones entre 1700 y 1750, habiendo un vacío de repertorio muy grande entre los guitarristas tardo-barrocos y la primeras guitarra romántica. Ésta fue construida en Nápoles en los últimos años de la década de 1770, a partir de la guitarra del anterior período. El luthier Ferdinando Gagliano sistematizó las guitarras con cuerdas simples y con caja de resonancia mayor. Gaetano Vinaccia (1759 – 1831), además, agregó una sexta cuerda. El napolitano y mariscal del ejército español Federico Moretti (1769 – 1839) publicó el primer método para ésta guitarra de seis cuerdas, que ayudaría a que los lutieres de Francia y posteriormente la España peninsular implementaran estos cambios en la construcción del instrumento. Su hermano Luigi (1780 – 1850) también fue compositor y publicó dúos de guitarra y violín y tríos para violín, corno francés y guitarra. El florentino Francesco Molino (1775 – 1847) se estableció en París, donde además de componer un concierto para violín, compuso sonatas y nocturnos para guitarra sola, dúos con violín, tríos con violín y viola, un concierto para guitarra y un método. Ferdinando Carulli (1770 – 1841) es un autor fundamental, cuyo método Op. 27 al día de hoy sigue en uso y su dúo de guitarra y flauta, que fue grabado por Alexander Lagoya y Jean-Pierre Rampal, seguramente es el más conocido de esta formación luego de la “Historia del tango” de Astor Piazzolla (1921 – 1992). Entre sus más destacados discípulos se encontró Filippo Gragnani (1768 – 1820), que provenía de familia de luthiers. Mauro Giuliani (1781–1829) es otro autor extremadamente relevante, que además de una brillante carrera solista y una insaciable labor compositiva, hizo giras a dúo con el gran pianista Johann Nepomuk Hummel (1778 – 1837), y dejó dúos de pianoforte y guitarra. Otro autor destacado, aunque más conocido por su obra para violín es Niccolò Paganini (1782 – 1840), quien compuso alrededor de doscientas obras que involucraban a la guitarra, obras para viola, cello y guitarra (MS 17 y 114); y mandolina y guitarra (MS 14 y 16); quince cuartetos para violín, viola, cello y guitarra (MS 28–42); dos violines y guitarra (MS 115 & 116). Otro autor italiano de renombre que Pietro Pettoletti (1795 – 1870) que difundió la guitarra por por la península escandinava y rusia y compuso también repertorio para guitarra terzina y el segundo cuarteto de guitarras. La importancia de Luigi Legnani (1790 – 1877), en cambio, radica en sus caprichos, una colección de piezas de gran dificultad técnica en las que hace uso de casi todas las tonalidades. La guitarra debe mucho también a Matteo Carcassi (1792–1853), a quien se le atribuye dos grandes innovaciones técnicas que son el uso de uñas y el trémolo de cuatro notas (p, m, a, i). El italo-ginebrino Giulio Regondi (1822 – 1872), quien fuera un niño prodigio al que Fernando Sor le dedicaría composiciones con tan solo nueve años, pese a no tener una producción basta, sirve para ejemplificar el romanticismo de la guitarra. Finalmente, Zani de Ferranti fue un guitarrista, compositor sumamente romántico y como Verdi, seguidor de las ideas nacionalistas de Garibaldi, lo que fuera una razón para sus constantes giras y dificultades tanto con la ley como con su propia economía.

España, pese a no tener la primicia en cuanto a luthería o pedagogía de la guitarra, tiene el liderazgo indiscutible del instrumento a partir de este siglo. El catalán Fernando Sor, conocido como el “Beethoven de la guitarra”, es sin duda el compositor más destacado del período clásico, sus dificultades para poder desarrollarse como músico en España, y pese a haber apoyado inicialmente al bando nacionalista, lo conducen al bando afrancesado, durante la ocupación francesa, y luego al exilio en Francia donde se convirtió en un músico aclamado en Europa por sus exitosos Ballets (7), Óperas (2), Sinfonías (3) y otra música sinfónica hasta el punto que fue su Ballet “Cenicienta” el que inauguró el teatro Bolshoi en 1825. Hoy se lo reconoce por su cuantiosa obra de guitarra y por su método, extremadamente innovador en concepto. Como Petoletti, difundió la guitarra en Rusia, donde hoy existe una guitarra tradicional de siete cuerdas. Su colega y amigo Dionisio Aguado (1784 – 1849) también es autor crucial, su legado pasa junto con Moretti y Sor por haber abandonado la tablatura, que hacía incomprensible la música a los autores no guitarristas, sus estudios continúan siendo obras de referencia. Su método fue exitoso, Antonio Cano (1811 – 1897), guitarrista y compositor autodidacta aprendió con el mismo, también fue uno de los pocos que recomendó la prótesis del maestro. Otro autodidacta que al parecer estudió a partir del método de Aguado fue José Brocá y Codina (1805 – 1882), militar, guitarrista y compositor, se caracterizó por su destacada técnica de arpegios. Su alumno José Ferrer y Esteve de Fujadas (1835 – 1916), alumno de José Brocá y docente del Liceo de Barcelona que formó dúo con Josep Viñas i Díaz (1823 – 1888). Bonaventura Bassols i Soriano (1812 – 1868) fue notable como docente más que como compositora, entre sus alumnos se encuentran otros guitarristas y compositores como Jaume Bosch i Renard (1825 – 1895), Josep Viñas, Josep Costa i Hugas (1827 – 1881) y de su propio hermano Narcís Bassols i Soriano, quien se estableció en México. Posteriormente el luthier Antonio de Torres Jurado comienza a experimentar con la caja de resonancia de la guitarra hasta crear la primera guitarra moderna, de mayor sonoridad que su predecesora. Su amigo Julián Arcas (1832 – 1882), quien fue un destacado alumno de la escuela de Aguado, adoptó sus guitarras, componiendo para ella y además fue el primer estudioso del arte popular gitano y andaluz, haciendo piezas en este aire. Su discípulo en el Conservatorio de Madrid, Francesc Tàrrega (1852 – 1909), conocido como el Sarasate o a veces como el Chopin de la guitarra, es el mayor exponente del romanticismo nacionalista en la guitarra. Entre sus piezas más célebres se encuentran «Recuerdos de la Alhambra», «Capricho Árabe», «Danza Mora» y curiosamente Nokia utilizó su «Gran Vals» para sus teléfonos móviles. El legado conceptual del autor sería fundamental para el desarrollo de la guitarra en el siglo XX y para el nacionalismo musical en España, que habría encontrado su identidad en la figura de Tàrrega.

Aunque no fue tan relevante como en otros tiempos, Francia gozó también de guitarristas, tanto nacionales como españoles e italianos que ya veían a París como sinónimo de triunfo. “L’Encyclopédie” deja constancia de que era un instrumento común en las barberías, lo que explica su mención en el Barbero de Sevilla. Personalidades de la talla de Dionisio Aguado, Fernando Sor y Ferdinando Carulli desarrollaron su carrera en el territorio que declaró los derechos del hombre y el ciudadano. Pierre-Jean Porro (1750 – 1831) un caso excepcional que publicó música para la vetusta guitarra de cinco cuerdas y luego para la nueva guitarra de seis y para la guitarra lira, una guitarra incómoda inventada en 1780 por Pierre Charles Mareschal que no tenía mayor característica que su poco profunda caja de resonancia con forma de lira. El autor fundó una editorial y revista dedicada exclusivamente al cordófono. Antoine de Lhoyer (1768 – 1852), que como Moretti también era militar y realista, se lo recuerda fundamentalmente por haber escrito el primer cuarteto de guitarra, compuso un concierto para guitarra y orquesta Op. 16 y tres trios para violín, viola y guitarra. François de Fossa (1775 – 1849) fue el traductor del método de Aguado al francés y el difusor de la nueva guitarra en México. Sin duda, el guitarrista francés más destacado del período fue el discípulo de Fernando Sor, Napoleón Coste, notable por sus Estudios Op. 25, por republicar y revisar el método de su maestro, y por haber sido el primero en efectuar transcripciones modernas de las antiguas tablaturas, que habían caído en desuso por la notación común.

Las naciones germánicas siguieron componiendo y ejecutando el laúd, pero ya sin la jerarquía de los siglos anteriores ya que el bajo continuo cayó en desuso y su tradición finaliza en el siglo XIX sin dejar rastros. Adam Falckenhagen (1697 – 1754), cuyo maestro fue alumno de J. S. Bach, trabajó en la corte de Friedrich II (1712 – 1786) con el cargo de laudista, donde compuso seis destacables ‘concertos’ para flauta barroca, archilaúd y viola da gamba en estilo galante. El estilo de Ernst Gottlieb Baron (? – 1760) estuvo marcado por el estilo italiano, prefiriendo la melodía frente a las armonías complejas y los intrincados contrapuntos. Paul Charles Durant (1712 – 1769), austrohúngaro de nacimiento es un ejemplo de compositor a medio camino entre el galante y el Strum und Drang. También lo son Karl von Kohaut (1726–1784) y Bernhard Joachim Hagen (1720–1787). Johann Friedrich Daube (1730 – 1797) usa una retórica que da la impresión de querer anticipar tempranamente al romanticismo. También fue laudista Johann Adolf Faustinus Weiss (1741–1814), hijo del ya mencionado compositor barroco Silvius Leopold, quien lo sucedió en la corte de sajonia. El alumno del último, Johann Kropfganss (1708 – 1771) compuso en estilo galante. Friedrich Wilhelm Rust (1739 – 1796), que trabajó principalmente de violinista y pianista, compuso sonatas para laúd y violín. Christian Gottlieb Scheidler (1752 – 1815) eligió un clasicismo con especial uso de las homofonías. La guitarra, que anteriormente había sido prácticamente ignorada por estas naciones, ingresó tímidamente en el siglo XIX, llenando el vacío dejado por el laúd. Entre los compositores de guitarra se encuentra el temprano autor, y también militar, Leonhard von Call (1762 – 1815), quien se destaca por sus tríos para Flauta, Violín y Guitarra. También compuso para este formato similar el guitarrista vienés Simon Molitor (1766 – 1848). Así el pianista y editor burgués Anton Diabelli, que además era ejecutante del instrumento, editó musica sencilla para el instrumento, sonatinas y dúos con pianoforte. El guitarrista-autor más destacado de este período y región se trata de Johann Kaspar Mertz (1806 – 1856), prodigio ya en su juventud de la flauta y la guitarra cuya vida tumultuosa lo convierten en el clásico personaje del romanticismo, destacado por su Op. 13 y según Coste el mejor guitarrista de su época, su estilo es más avanzado que el de sus contemporáneos. Alemania hizo sus aportes a la luthería de guitarra de la mano de Christian Frederick Martin, quién inventa, luego de emigrar a estados unidos, la guitarra de cuerdas de acero, también conocida como guitarra folk.

Algunos grandes autores clasicos y románticos de relevancia prestaron atención por la guitarra y similares. Beethoven tuvo amistad con Giuliani y consideración por el instrumento, incluso consideró públicamente a Giuliani por encima de Hummel, probablemente animadversión hacia el último. Hoy se especula seriamente, debido a su lenguaje idiomático, que sus piezas WoO 33, sin instrumentación establecida, fueron compuestas para guitarra terzina, instrumento del siglo XIX que también ejecutaba Giuliani. Franz Schubert (1797 – 1828), que fué guitarrista aficionado, compuso música para el instrumento, entre los que cabe destacar su cuarteto D. 96 para flauta, guitarra viola y cello y su cantata D. 80 para dos tenores, bajo y guitarra. También es conocido que sus canciones se solían ejecutar al aire libre con acompañamientos de guitarra. Si bien Wolfgang Amadeus Mozart (1756 – 1791) no compuso para guitarra, sí lo hizo para mandolina, instrumento popular en italia que, como la guitarra, se solía ejecutar en serenatas y conciertos al aire libre. Célebre es la canción “Deh vieni alla Finestra” de la ópera Don Giovanni, mas también compuso dos canciones menos conocidas, Die Zufriedenheit (K. 349) y Komm, liebe Zither, Komm (K. 351). En países sin tradición de mandolina, la misma suele ser ejecutada por guitarristas o violinistas, y eventualmente, a falta de mandolinas, las orquestas han llegado a suplantar al instrumento bien por un violín pizzicato, por una bandurria o incluso por una guitarra a la octava baja. Además existen arreglos en el siglo XIX para dos guitarras y el tenor Roberto Alagna la ha grabado de esta forma. El romántico Carl Maria von Weber compuso su ópera con título original en inglés, “Oberon, or the Elf King’s Oath”, en la que también introdujo guitarra. También Rossini utilizó una guitarra en la Cavatina de Almaviva en “Il barbiere di Siviglia”. Louis Hector Berlioz fue otro guitarrista aficionado, su frase “la guitarra es una orquesta en miniatura” es célebre entre los guitarristas, pese a que no utiliza guitarra en sus grandilocuentes orquestaciones, dedica una significante sección de su tratado de orquestación al instrumento. Isaac Albéniz no escribió para guitarra, pese a también ser aficionado15, mas son numerosos los biógrafos y musicólogos que hablan de la inspiración guitarrística del Autor y algunos hasta le relacionan con guitarristas flamencos como “El Lucena”, al que supuestamente seguiría y conocería en 188116. Por otra parte, es difícil determinar hasta qué punto la numerosa mitología acerca de Albeniz y la guitarra es verídica. Tampoco hay constancia en la correspondencia de Tàrrega o en la del pianista de la supuesta amistad, Apeles Mestres i Oñós (1854 – 1936) da cuenta de un encuentro entre el pianista y Tàrrega, que relata de la siguiente forma:

«(…) cuando Albéniz oyó ejecutar su famosa serenata, arreglada para guitarra por el propio Tárrega, sintiose tan emocionado, tan sobrecogido, que no pudo menos de exclamar – esto es lo que yo había concebido.»

RIUS, Adrián: Francisco Tárrega. (1852-2002)
Biografía oficial. Ayuntamiento de Vila-real 2002
Pág. 56

No ocurre lo mismo con la relación entre Albéniz y el guitarrista Miquel Llobet i Solés (1878 – 1938), de la que si hay constancia directa. El segundo fue un importante virtuoso, alumno de Tàrrega y a su vez el docente de Andrés Segovia (1893 – 1987), además de un compositor del nacionalismo catalán y autor del primer manual de guitarra posterior a la guitarra de Torres Jurado. En una carta de Albéniz a un tercero, el autor describe a Llobet de la siguiente manera:

«Miguel Llobet, el guitarrista de Barcelona rayano con lo maravilloso, sorprende, no ya los ritmos gitanos, sino que imprime a las cuerdas de su guitarra un sello de casticidad elegante que asombra»

CLARK, Walter Aaron: Issac Albéniz, Retrato de un romántico.
Madrid: Turner Publicaciones, 2002.
Pág. 314

Pese a no haber compuesto para guitarra, la obra de Albéniz, que ha tenido incontables transcripciones para el cordófono, es posiblemente más célebre e interpretada en sus versiones para guitarra que en las del instrumento original.

La música nuevamente entraría en etapa de cambio en el siglo XX. La guitarra clásica, cuya tradición en las primeras décadas del siglo sólo continuó en España, en se consagrará con Andrés Segovia, pero no sería la única, diversos intérpretes harán de la guitarra el instrumento más popular en su estilo, la guitarra se convertirá en un instrumento consagrado en los conservatorios, a la par del violín y el piano. Si es como afirma Reginald Smith Brindle (1917 – 2003) y el siglo XX es el siglo de la percusión y si la guitarra es el cencerro con cuerdas del que hablaba Covarrubias, el cordófono del siglo XX, sin lugar a dudas, es la guitarra.

Ejemplos sonoros
  • Clásico
    1. España
      1. Fernando Sor
      2. Dionisio Aguado
      3. Napoleón Coste
    2. Alemania
      1. Laúd
        1. Adam Falckenhagen
      2. Guitarra
        1. Johann Kaspar Merz
    3. Italia
      1. Guitarra
        1. Fernandino Carulli
        2. Mauro Giuliani
        3. Nicolò Paganini
        4. Luigi Legnani
  • Romanticismo
    1. Italia
      1. Giulio Regondi
    2. España
      1. Fancisco Tárrega
      2. Miguel Llobet
      3. Daniel Fortea
      4. Emilio Pujol
    3. Sudamérica
      1. Agustín Barrios
  • Línea de tiempo
    1700 1710 1720 1730 1740 1750 1760 1770 1780 1790 1800 1810 1820 1830 1840 1850 1860 1870
    Barroco
    Galante
    Clásico
    Prerrománticismo
    Romántico
    Adam Falckenhagen
    Johann Kropfganss
    Ernst Gottlieb Baron
    Paul Charles Durant
    Karl von Kohaut
    Bernhard Joachim Hagen
    Johann Friedrich Daube
    Friedrich Wilhelm Rust
    Johann Adolf Faustinus Weiss
    Christian Gottlieb Scheidler
    Leonhard von Call
    Simon Molitor
    Federico Moretti
    Ferdinando Carulli
    Francesco Molino
    Antoine de Lhoyer
    Mauro Giuliani
    Fernando Sor
    Nicolò Paganini
    Dionisio Aguado
    Matteo Carcassi
    Luigi Legnani
    Napoleón Coste

    3 respuesta a “Clasicismo”

    1. Me gustaría también aclarar que soy nuevo en este sitio. Tengo 64 años y comencé a estudiar guitarra a los 8 con la Sra. Carmen Farré de Prat, esposa de Domingo Prat, aquí en Buenos Aires.

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